martes, 6 de octubre de 2015

Cerebro y Dieta

La Universidad de California en Los Ángeles ha ofrecido los primeros datos que demuestran como las bacterias ingeridas en la comida pueden afectar la función cerebral. 


En un estudio llevado a cabo en mujeres sanas que comían habitualmente bacterias "buenas", conocidas como probioticas medíante yogur, se observaban cambios en el funcionamiento cerebral, tanto en reposo como durante su respuesta a estímulos externos. Por lo que se podría decir que parece que los cambios en la flora intestinal tiene efectos directos sobre la actividad cerebral.
 
El estudio ha sido llevado a cabo por científicos de Gail and Gerald Oppenheimer Family Center for Neurobiology of Stress, parte del departamento de trastornos digestivos de la Universidad de California (UCLA) y el Ahmanson–Lovelace Brain Mapping Center at UCLA



Se conoce que el cerebro manda estímulos al intestino, por eso el estrés o las emociones se pueden traducir en síntomas digestivos. Pero esta investigación demostraría que existe un camino de paso de información al contrario también.
 
Los investigadores encontraron que las mujeres que no consumieron yogur probiotico presentaban una disminución de la actividad en ambas áreas cerebrales conocidas como ínsula y en el área somatosensorial en relación a estímulos de tipo emocional. 

Además, en la respuesta a tareas, estas mujeres eran menos constantes en la realización de tareas de larga duración en las que estuvieran implicadas áreas emocionales, sensoriales y/o cognitivas.
Las mujeres que consumieron probioticos mantenían una respuesta más estable o incluso un aumento de la actividad en estas tareas.


Durante la evaluación en reposo se obtenían datos de mayor conectividad entre la sustancia gris del tronco cerebral y áreas del Cortex prefrontal asociados a la cognición, emoción y sensorial en las mujeres que tomaban probioticos.
 
Es interesante el hecho de que podamos mediante la dieta, no solo modificar la flora intestinal, sino que obtenemos un efecto sobre el metabolismo y la función cerebral. Incluido aspectos como el estado de animo.


A partir de aquí, surge una cuestión: que sucede en el desarrollo cerebral de aquellos niños que durante su etapa neonatal precisaron de tratamiento antibiótico que afectó de forma significativa su flora intestinal.


Lo interesante del estudio es que descubre una línea de investigación hasta ahora desconocida: el sistema digestivo tiene un papel activo en la función cerebral. Ya veremos que aplicación tiene en el futuro sobre múltiples enfermedades en dicho ambito.

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